Perspectivas para Latinoamérica: ¿cómo activar el crecimiento y edificar la estabilidad del continente?}

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Por Alberto Oltra, CEO DHL Global Forwarding en Sudamérica.

Bajos niveles de inversión, déficits fiscales, inflación, conflictos geopolíticos, vaivén en las tasas de interés y en el tipo de cambio, además de un cambio climático que promete ser implacable cada año. La cadena logística mundial y, por cierto, de Latinoamérica, vaticina diversos desafíos y dificultades que, bien o mal, son necesarios sortear.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la recuperación mundial es constante, pero lenta, y hay diferencias entre regiones. La economía global continuará creciendo un 3,2% en 2024 y 2025. Mientras que para América Latina y el Caribe, la proyección es de un 2% para este año y un 2,5% para el siguiente.

Por esa razón, hay que seguir invirtiendo en mejores capacidades de la infraestructura comercial de la región mediante tecnologías y habilidades que permitan dinamizar la actividad a niveles más altos. Hoy, por ejemplo, vemos un consumidor invirtiendo en experiencias.

Una situación bajo control, pero con incertidumbre

Las señales son contradictorias a diario. Según el FMI, América Latina y el Caribe recuperó plenamente el PIB perdido durante la pandemia, el empleo total está cercano a recuperar su valor de 2019 y la pobreza se redujo por debajo de sus niveles prepandémicos.

Sin embargo, a pesar de la sólida gestión macroeconómica, las perspectivas de crecimiento siguen siendo bajas. Y no solo debido a las condiciones mundiales, sino también a temas estructurales obstaculizados por los bajos niveles de acumulación de capital y de crecimiento de la productividad a largo plazo.

Además, los conflictos geopolíticos desnudan la debilidad económica y exponen la escasa estabilidad. Elecciones, sequía, guerras y disrupciones seguirán desestabilizando los mercados, por lo que hay que adaptarse. Hoy, la estrategia para 2024 está centrada en avanzar, innovar y modernizar los procesos.

Según el FMI, la mayor parte de los países del continente no están aprovechando todo el potencial del comercio internacional (un motor de crecimiento clave), principalmente por  su deficiente infraestructura, trámites aduaneros, permisología y las barreras arancelarias.

Más aún, la participación de América Latina en las cadenas de valor mundial es igualmente limitada. Exceptuando Brasil y México, la estrategia está centrada en la exportación de materias primas.

Invertir, modernizar y activar

Mejorar la infraestructura comercial como el transporte y las aduanas es una necesidad urgente. Y es que además de simplificar la burocracia y promover la colaboración público-privada, hay que fomentar la competencia.

Según el Banco Mundial, la región tiene bajos niveles de competencia, lo que socava la innovación, la productividad y la confianza de los inversores. Cuando la competencia se sustenta en políticas, instituciones y marcos sólidos, se alienta a las empresas a innovar, ser más eficientes y ofrecer avances tecnológicos.

Desde la inversión y la colaboración, la logística y las cadenas de suministro globales tienen que mejorar sus infraestructuras. Hoy el nearshoring está solventando la deslocalización de la producción dependiente de China mediante mercados como el de México y Brasil. El transporte multimodal sigue agarrando fuerza, ya que genera disponibilidad y mayores alternativas con la combinación de distintos medios de transporte.

Desde el FMI aseguran que disminuir a la mitad la brecha de infraestructura entre la región y las economías avanzadas, por ejemplo, reduciría los costos comerciales y se traduciría en un incremento de las exportaciones del 30%. Y esto, a su vez, incrementaría el PIB en hasta un 7%.

Con resiliencia, adaptación, marco regulatorios más flexibles y que incentiven la inversión, además de mejoras sustanciales en las distintas infraestructuras del continente, enfrentar una década llena de oportunidades debería alejar las bajas proyecciones de crecimiento. América Latina y el Caribe es tierra de innovación, de creatividad y de oportunidades. Y frente a las distintas complejidades, disrupciones y desafíos, hay que incentivar mejores capacidades para explotar el crecimiento.

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