Todos los procesadores que Intel ha fabricado en los últimos diez años y que, claramente, están instalados en miles de millones de equipos, tienen un grave fallo de seguridad que genera dos problemas: pueden permitir a ciberdelincuencias acceder a información privada del usuario y, su solución, ralentiza considerablemente el dispositivo.
Los detalles concretos del fallo no se conocen, de acuerdo con The Register, pero parece ser que afecta al kernel, es decir, la memoria clave del sistema operativo y la interacción con los componentes de hardware.
Aunque Intel ha anunciado que ya ha trabajado en la solución, estos parches para remediar el grave fallo de seguridad llegará durante las próximas semanas. La empresa no ha concretado fecha.
No hay forma de evitar esta ralentización, a no ser que el usuario cambie su computadora o el procesador que integra por uno totalmente nuevo y que no esté infectado.
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