Está considerado el material más fino del mundo, el más fuerte y uno de los más densos e impermeables. Tiene propiedades conductoras, mecánicas, ópticas… y ahora también magnéticas.
Este grupo de investigadores ha conseguido cultivar una capa de grafeno sobre un cristal metálico de rutenio y evaporar encima moléculas de TCNQ, capaz de funcionar a modo de semiconductor en ambientes fríos. ¿El resultado? Una superficie híbrida con propiedades de imán.
O, en palabras de sus autores, se ha podido comprobar que “la estructura de moléculas de TCNQ adquiere sobre el grafeno un orden magnético de largo alcance -en toda la superficie- con electrones situados en diferentes bandas según su espín”.
Todo esto quiere decir que ahora la comunidad científica podrá ir un paso más allá y trabajar en el desarrollo de dispositivos espintrónicos a partir del que ya ha sido bautizado como material de las mil (y una) maravillas, multiplicando la velocidad de procesamiento de datos e incluso el volumen de información almacenable en los mismos.
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