CSIRO (siglas de Commonwealth Scientific and Industrial Research Organisation, el organismo gubernamental autraliano para la investigación científica) se ha decantado por una alternativa totalmente inusual a la hora de refrigerar su nueva supercomputadora: la geotérmica.
Para hacer efectiva la refrigeración, extraerá agua de un acuífero en un intercambiador de calor para enfriar el equipo y, a continuación, la devolverá sin pérdida neta de agua subterránea.
Al menos ése es el plan. De momento, CSIR necesita concluir el ensamblaje de las seis antenas de ASAKAP (Australian Square Kilometre Array Pathfinder), el radiotelescopio para el que se está construyendo toda esta tecnología, y ultimar las capacidades de control remoto de sus sedes, tal y como informa The Register.
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