1987-2012: Rememorando veinticinco años de memoria Flash

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Aunque parece un invento de reciente aparición, esta memoria de tipo no volátil fue creada por un ingeniero de Toshiba hace ya un cuarto de siglo.

Desbaratando la idea de que un dispositivo de almacenamiento tuviese que recibir energía de forma continua para guardar información a largo plazo, el Dr. Fujio Masuoka creó la memoria Flash hace  ahora un cuarto de siglo. Y lo hizo en sus dos variantes, NAND y NOR. Este invento se considera sucesor de pleno derecho de las EEPROM (Electrically Erasable Programmable Read-Only Memory) existentes en la época, otro tipo de memorias no volátiles que como su propio nombre indica podían ser programadas, borradas y reprogramadas eléctricamente. Y, si bien fue presentado por la compañía para la que trabajaba Masuoka (Toshiba) en la Reunión Internacional de Aparatos Electrónicos de la IEEE de 1987, no comenzó a ser comercializado hasta un año más tarde de la mano de Intel.

A partir de ahí la historia es… historia acelerada. Corría 1994 cuando una tercera compañía en discordia, SanDisk, conseguía sacar a la venta sus tarjetas CompactFlash basadas originalmente en circuitos NOR y que han acabado por dominar el mercado de las cámaras fotográficas gracias a su buena relación tamaño precio. Apenas unos meses más tarde les siguió el formato SmartMedia, caracterizado por permitir el almacenaje portátil tras retirarse del dispositivo de origen e introducirse en cualquier ordenador personal sin mayores problemas. Otros estándares similares como MultiMediaCard, Secure Digital, Memory Stick y xD-Picture Card, o un grupo de memorias con dimensiones más exiguas como RS-MMC, miniSD, microSD e Intelligent Stick, fueron llegando de forma ininterrumpida. Y en 1998, por ejemplo, la marca Rio introdujo un reproductor de audio tipo walkman sin piezas móviles aprovechando el modo de funcionamiento de las Flash.

Presente en todo tipo de dispositivos

No en vano el avance de esta tecnología, cuyo nombre se debe a la similitud del flash fotográfico con su método para borrar contenidos, siempre ha estado vinculado a las propias innovaciones experimentadas por la electrónica de consumo. Desde las tarjetas de memoria para cámaras digitales y consolas de juegos, smartphones o MP3/4 portátiles, hasta los routers, los módems, los pendrives, las PC Cards y los BIOs. Y en los últimos años se han generalizado las unidades de estado sólido (SSD) basadas en estas memorias que retienen los datos sin alimentación. El objetivo final es sustituir a los discos HDD tradicionales también en las computadoras personales. Aunque de momento la transición sólo se está efectuando en los equipos más caros y punteros, sus ventajas son múltiples en cuanto a ausencia de ruido, ahorro en consumo, incremento de velocidad, descenso de peso, resistencia a los golpes y a las temperaturas extremas.

Obviamente, el disco duro conserva sus propios puntos fuertes. Entre ellos unas extensas capacidad de almacenamiento y vida de producto estimada. Pero, por encima de todo, destaca en precio. Los rígidos siguen siendo más rentables para fabricantes de equipos originales y consumidores desde el punto de vista del euro por Gigabyte, especialmente para grandes cantidades de información. Y esto es algo que los productores de dispositivos Flash están intentando cambiar. Cuando SanDisk sacó al mercado su primer SSD de 20 MB, a principios de los 90, el producto rondaba los 1.000 dólares. ¿Y ahora? Requeriría una inversión de tan sólo 2 centavos de dólar. Esto implica haber dividido su coste por nada menos que 50.000 en dos décadas, al tiempo que la capacidad de las memorias Flash se ha multiplicado por otros impresionantes 30.000.

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